El alambicado equilibrio de la ciudad de Barcinona se ve trastocado, ante la perturbadora acción suicida de un misterioso vagabundo. Su personalidad histriónica e irreverente lleva a que el conflicto con las autoridades se encone, cerrándose paulatinamente el cerco sobre él de modo asfixiante. Considerando su libertad como algo irrenunciable, el vagabundo, en otro tiempo un virtuoso concertista, se reafirma en su decisión de una salida digna y definitiva, que tal vez le redima frente a la posteridad. Es la pugna entre el libre albedrío del individuo, para afrontar su destino, y los límites y convenciones de la sociedad. Es también una invitación a la reflexión acerca del origen de los mitos, siendo en ocasiones reconocidos como tales, paradójicamente, los transgresores de dichos límites.