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Nunca sabremos quién fue la chica de ayer queinspiró a Antonio Vega, pero las señoras de hoy,que fuimos chicas de ayer, tenemos una deuda conaquella canción, escuchada y tarareada hasta lasaciedad en los años de una España viva que seasomaba a la democracia, fresca y lozana, desdeel balcón donde la habían mantenido anestesiadamirando al sol.Aquí, en treinta relatos breves, la chica de ayerque esto suscribe, les habla de sus personajes, suscalles y sus ciudades de provincia; sus desayunos ymeriendas, sus radios en las cocinas y sus televisoresen el salón.