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Pariendo de la iluminación de uno de sus estudiantes de origen iraní que se ponde en pie durannte una clase y grita exacerbado: "¡Todos somos turistas!" el autor indaga en la motivación de este impulso global que parece satisfacer una sed misteriosa del hombre contemporáneo; analiza la esttructura formal de la visita turística en cuanto ritual básico de las sociedades industrializadas que refuerzan la solidaridad de sus miembros e invita a los pueblos subdesarrollados a acceder a un estado de dulce "museización"; también se detiene a observar el carácter mágico del souvenir como talismán y amuleto; y, por último, intenta dilucidar los efectos transformadores del turismo de masas.
El hombre contemporáneo, fruto de una revolución tecnológica invisible que ha cambiado su horizonte de raíz, se halla en una búsqueda constante de "lo auténtico" que le sitúa entre dos polos: el existencialismo y el turismo de masas. Ambos entrañan una promesa de autenticidad que, en el caso del segundo, se traduce en un anhelo insaciable por establecer contacto con lugares remotos, ruinas de civilizaciones extinguidas, monumentos, artefactos y documentos históricos, hábitas naturales o pueblos enteros anclados en al Edad de Piedra que guardan una supuesta pureza anterior a la industrialización.