En 1998, el autor conmovió el ambiente intelectual, sosteniendo que el desarrollo no es más que un mito que ayuda a los países subdesarrollados a sobrellevar su desgracia y a los desarrollados a aliviar su conciencia, pero que, como El Dorado, es imposible alcanzar en las actuales condiciones culturales, económicas y ecológicas del mundo. Lamentablemente, la realidad sigue dándole la razón, hasta tal punto que este libro sigue teniendo un gran impacto y ha sido traducido a seis idiomas. En efecto, cerca de 5000 millones de pobladores del mundo subdesarrollado viven dentro de un gran atraso científico, con dos o tres dólares diarios, expandiéndose urbanamente en la pobreza creando un gran desequilibrio físico-social que ocasiona carestía de agua, alimentos y energía. Muchos países que pensaron desarrollarse con el Consenso de Washington son en realidad hoy Economías Nacionales Inviables (ENIs), que viven de préstamos y de ayuda internacional, pagando una pesada deuda externa, llenos de desempleo y lanzando cientos de miles de migrantes al mundo. Otros han colapsado en Entidades Caóticas Ingobernables (ECIs), llenos de violencia y delincuencia. Y si el actual modelo mundial urbano de desarrollo fuera posible, ¿cómo podrían los 5000 millones de habitantes de los países pobres asumir los patrones de consumo que tienen hoy sólo los 1000 millones de habitantes de las sociedades capitalistas avanzadas sin crear una catástrofe ecológica? ¿Qué hacer? La agenda de la riqueza de las naciones tiene que ser reemplazada por la agenda de supervivencia de las naciones. Esto implica abandonar los sueños del modelo de desarrollo antiecológico de expansión urbana, que el autor llama "modelo California" estableciendo un Pacto por la Supervivencia dirigido a lograr un cambio cultural científico- tecnológico y a obtener un equilibrio físico-social entre el crecimiento de la población y la disponibilidad de agua, alimentos y energía.